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Perderse para encontrarse

A veces uno necesita perderse para encontrarse consigo mismo. A principios del año 2018, decidí dejar la carrera universitaria de 2018 de Ingeniería Química que estaba cursando en la Universidad Complutense de Madrid. No me sentía a gusto con lo que estaba estudiando y no sabía qué hacer, por lo que decidí buscar un EVS para tomarme unos meses fuera, poder hacer algo nuevo y tener tiempo para pensar en lo que realmente quería hacer con mi vida tras la experiencia de voluntariado.


Llegué a la isla de Madeira el día 17 de Abril, había estado ya en la isla cuando tenía 5 años pero apenas tenía recuerdos. En cuanto cogí el autobús para bajar a Funchal desde el aeropuerto ya me iba enamorando de la isla. Lo hacía mientras echaba un ojo por la ventanilla hasta llegar a su punto más alto, cuando te encuentras la panorámica de Funchal (y todavía más en un dia soleado como en el que llegue yo), al salir de uno de sus muchos túneles.



Me empapé de nuevas personas y nuevas ideas, al estar conociendo mayoritariamente a turistas y locales y empecé una nueva vida en Madeira. ¡Cómo echo de menos la vida que tenía allí ahora de vuelta en A Coruña! La tranquilidad isleña, con sus 365 días de Sol (Eso sí, el Sol debes encontrarlo, ya que la isla tiene 268 km de costa y una elevación que llega hasta 1800m, por lo que el tiempo varía mucho según dónde te encuentres), su pura naturaleza, la temperatura del agua del océano…


En cuanto al voluntariado, la Asociaçao Academica da Madeira tuvo un cordial y buen trato conmigo, por lo que les agradezco mucho que me brindasen esta oportunidad. Mis meses allí me sirvieron para desconectar de la vida que tenía en el continente y hacer algo nuevo ayudando a personas sin pedir nada a cambio. Algo que al fin y al cabo te ayuda a mejorar en muchos aspectos. Como trabajaba 4 horas diarias, gozaba de mucho tiempo libre, por lo que pude conocer a mucha gente viviendo en la residencia que me enviaron. Muchos estudiantes de Erasmus de la Universidad da Madeira y también voluntarios como yo, así que puedo decir que hice buenas amistades y exploré y descubrí la isla tanto como pude. También he de destacar que esta experiencia me ha servido para conocer un nuevo idioma como fue el portugués.


En resumen, los 5 meses que pasé en Madeira me sirvieron para encontrarme conmigo mismo y vivir una experiencia extraordinaria. Tanto es así, que he de decir que… ¡ya estoy planeando volver un puente durante primavera!


Tomás Matamoro Gil – Erasmus+ “Youth Training Madeira VII”


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